viernes, 24 de diciembre de 2010

Caminos azules II: Los efectos de respirar bajo el agua


           Si el mundo es azul y los peces vuelan… respirar bajo el agua no debería tener mayor dificultad. Ya aprendimos, días atrás, que una de las claves consiste en tomar aliento y abrir los ojos. Pero, ¿y caminar?. Pues bien, el grupo salió a la calle, con Lo.Pez en el regazo de Pez.Payasa y, cerrando el grupo, Pepo.
          Ji, ji, ji. PezPepo parecía que iba recogiendo un largo velo de novia. Detrás de las gafas, el mundo era azul.
 
           El primer trayecto fue corto, aunque lleno de curvas. Los bordillos no les sienta bien a nuestras steadycams. Pero, si caminamos con el aliento contenido no era por falta de aire sino porque ni siquiera Lo.Pez sabía quién era aquel ser que, a lo lejos, lanzaba esas enormes burbujas.
           Un, dos, tres, glu, glu, glu… Seguimos caminando. PezPepo, esta vez, con PezMemo y PezCaos. La cámara, por lo visto, daba guerra.
           !Qué extraño!, a medida que avanzábamos hacia ellas, las burbujas iban reduciendo su tamaño. Detrás de ellas, al fin, localizamos una sombra con sombrero.
           Pepo, al fin, encendió la cámara y, siguiendo al grupo, registró este extraño encuentro.
           Era la payasa Gangui, que nos había salido al encuentro. También ella sabe respirar bajo el agua.
         Jugamos como lo hacen los delfines, lanzando pequeños gritos y brincando con pompas.
          Así fue como el circo, de la mano de Gangui, quedó para siempre enlazado a nuestro relato azul.
         

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