viernes, 24 de diciembre de 2010

Caminos azules I: Nada más empezar, nos salieron escamas

          Salir de casa y llegar al mar parece un camino sencillo (sobre todo si se vive en una ciudad como Palma) pero… la aventura tiene sus vericuetos. Subir bordillos, cruzar carreteras, esperar al autobús… adquieren extrañas dimensiones para un pez.
          Aún así, como dice Pez Payasa en facebook: Ningún pez ha hecho lo que hizo el otro día Lo.Pez: “montar en un taxi, ir en bus, pasear por la calle, ir al acuario de Palma, conocer a la payasa de las pompas, comer en restaurante, ir a la playa, ir a un museo de fotografias, montar en silla electrica y por último conocer a su amada Pez.Hada”. 
         Pero vayamos por partes. A media mañana de un jueves azul con el cielo despejado por las tormentas del día anterior, fuimos dejando atrás, uno a uno fuimos nuestras casas, con el corazón bailando con peces…
          Algun@s, como pez Globo, llevábamos los ojos metidos en nuestras gafas azules (pequeñas peceras de cartón):
 
          Poco a poco, el pez que durante siete semanas fuimos alimentando en nuestro corazón fue asomándose a los poros de la piel
 
          Había truco
          Sin darnos cuenta, a medida que nos acercábamos al mar ibamos dejando atrás una estela hecha por minúsculas gotas de agua. 
          Por eso, allí, en el lugar a donde nos acercábamos, se lanzó a volar un pez...

        

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